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1. ¿Qué es el estreñimiento?

La palabra “estreñimiento” proviene del latín: “stringere”, que significa apretar, comprimir. El estreñimiento no es una enfermedad, pero puede ser un síntoma de otro problema médico. Según la Asociación Española de Gastroenterología, se considera que un paciente sufre estreñimiento cuando en más del 25 % de sus deposiciones presenta dos o más de estos síntomas:

  • Precisar de un esfuerzo excesivo.
  • Presentar heces duras o caprinas (bolitas).
  • No lograr una sensación confortable de vaciado del recto.
  • Tener sensación de obstrucción en el área anorrectal.
  • Necesitar realizar maniobras manuales para facilitar la expulsión de las heces.
  • Evacuar menos de tres veces por semana.

La escala de heces de Bristol las clasifica en 7 tipos distintos, en función de su aspecto y consistencia. Los tipos 1 y 2 corresponden a estreñimiento, que  puede considerarse un trastorno, según altere o no la calidad de vida.

2. ¿Qué tipos de estreñimiento hay?

Hay dos tipos de estreñimiento: 

  • Estreñimiento funcional: no encontramos ninguna causa que lo justifique y la mayoría de los pacientes que lo presentan, tienen un estreñimiento que empezó hace muchos años.
  • Estreñimiento secundario: está ocasionado por algún problema que podemos identificar, como pueden ser malformaciones o alteraciones orgánicas, que afecten a la motilidad intestinal, o por un trastorno del peristaltismo (movimiento ondulatorio de los músculos del intestino), originado por la toma de determinados medicamentos, enfermedades endocrinas, metabólicas, musculares o, incluso, por un cáncer.

Dependiendo de la duración del estreñimiento, se clasifica en:

  • Agudo o puntual: es el que tiene lugar en los viajes, o cuando hay algún cambio en los hábitos de vida, sobre todo en las comidas o el agua. 
  • Crónico o mantenido: cuando el estreñimiento se prolonga durante más de 3 meses.

3. ¿Qué causa el estreñimiento?

  • Alimentación pobre en fibra: que limita la cantidad de residuos. La fibra, especialmente la insoluble, retiene agua. Al aumentar la masa fecal, se favorece también su tránsito intestinal.
  • Ingesta insuficiente de agua: el 75% de las heces normales (sin estreñimiento ni diarrea) es agua. Si falta agua en el organismo, las heces tendrán un contenido menor del fisiológico y, por tanto, serán más duras.
  • Sedentarismo: para una correcta motilidad intestinal, es necesario que la persona haga un mínimo de ejercicio físico cada día; puede bastar con caminar. 
  • No hacer caso del impulso (o deseo) defecatorio: hay personas que “nunca encuentran el momento” para evacuar las heces, ya que están ocupadas, no quieren que otras personas se enteren de que han ido al baño, lo dejan para más tarde, etc. Si solemos esperar a que llegue el momento oportuno, el organismo deja de avisar y hay que recurrir a los laxantes.
  • Situaciones difíciles a nivel emocional: cambios de hábitos como viajes, situaciones de estrés, etc. Hay una gran relación entre la función digestiva y las emociones. Así, emociones negativas pueden provocar tanto estreñimiento, como diarrea.
  • Determinadas etapas de la vida: como el embarazo, el postparto y la menopausia. El envejecimiento, también puede ser un factor que provoque o empeore el estreñimiento.
  • Algunos medicamentos: en la tabla siguiente se detallan algunos principios activos, con su actividad correspondiente, que como efecto secundario pueden causar estreñimiento. Tanto los tipos de medicamentos, como sus principios activos aparecen en la tabla por orden alfabético.

  • Determinadas enfermedades:

- El síndrome del intestino irritable: se alternan períodos de estreñimiento, con otros de diarrea.

- La celiaquía (alergia al gluten): en algunos casos, es el síntoma principal. El estreñimiento puede darse antes del diagnóstico y también después, ya que muchos alimentos para celíacos contienen poca fibra.

- La intolerancia al gluten (no celiaquía): el paciente puede comer gluten en cantidades pequeñas o moderadas. 

- El hipotiroidismo: al enlentecer el metabolismo, también disminuyen los movimientos peristálticos de los intestinos.

- Trastornos neurológicos: entre ellos: Parkinson, esclerosis múltiple y lesiones en la médula espinal.

- Cáncer de colon.

4. ¿Qué complicaciones puede provocar el estreñimiento?

  • Fisura anal: es un desgarro en la mucosa del ano, como consecuencia de la consistencia y el gran tamaño de algunas heces. Suele ser tan dolorosa, que dificulta aún más la evacuación; por tanto, acaba agravando así el propio estreñimiento. Es también frecuente que sangre y manche las heces.

  • Hemorroides. El esfuerzo a la hora de expulsar las heces, puede ser la causa de la salida al exterior de las hemorroides.

  • Retención fecal. Ocurre cuando el bolo de heces se vuelve demasiado grande y la persona ya no puede expulsarlo por sí misma. Se da con más frecuencia en los bebés y en las personas mayores, por falta de fuerza abdominal.

  • Prolapso rectal. En casos extremos, se puede producir la salida de una porción del intestino por el ano, debido al gran esfuerzo que hay que hacer para evacuar las heces.

  • Cáncer colorrectal. Hay estudios que sugieren una relación entre el estreñimiento crónico y una mayor frecuencia de este tipo de tumores.

  • Disbiosis intestinal. La microbiota de las personas estreñidas es diferente a la de las que evacuan con normalidad: tienen menos Lactobacilos y Bifidobacterias, que son los tipos principales de probióticos. Como los probióticos colaboran con el sistema inmunitario, una persona con estreñimiento puede tener más propensión a contraer infecciones. Hay un artículo dedicado a los probióticos, en la página web de la Farmacia Dr. Lluís Balcells i Valls donde se puede ampliar la información sobre los probióticos.

  • Autointoxicación producida por toxinas. La permanencia del bolo fecal en el intestino grueso más tiempo de lo normal, favorece procesos de fermentación y putrefacción, ocasionados por algunas bacterias presentes en el intestino. Se producen sustancias tóxicas (toxinas), como por ejemplo indol, fenol, cresol (un derivado del fenol), histamina y toxinas bacterianas, que son, en parte, absorbidas por el intestino, pasando a la sangre y al hígado. Si en el hígado no son metabolizadas, se reparten por todo el cuerpo y pueden ser eliminadas parcialmente a través de los riñones. Las toxinas no expulsadas en las heces, a causa del estreñimiento, sobrecargan el hígado. 

    La autointoxicación intestinal ocasionada por las toxinas no expulsadas en las heces, puede ocasionar malestar general, astenia, cansancio, febrícula, cefaleas migrañosas, insomnio, irritabilidad, cambios en el color de la piel (color terroso), trastornos endocrinos, dismenorrea e hipotensión.

5. ¿Cómo podemos prevenir el estreñimiento?

Los 4 preceptos fundamentales para una correcta evacuación intestinal son: agua, fibra, ejercicio y hacer caso del impulso defecatorio (ya explicados en el apartado 3). 

Por lo que respecta al agua, que sea suficiente para una correcta fisiología del organismo, pero no en exceso.

En cuanto a la fibra, distinguimos entre fibra soluble y no soluble; la soluble está formada por polímeros de azúcares, que pueden ser alimento de probióticos y retiene mucha agua, mientras que la insoluble proporciona volumen a las heces, lo cual acelera el tránsito intestinal.  Las verduras, frutas, cereales y legumbres son fuentes de fibra (además de nutrientes esenciales como vitaminas y minerales).

Se considera que una ingesta adecuada de fibra es de unos 30 a 35 g/día. Si se ingiere fibra en cantidad suficiente, pero poca agua, las heces serán duras y costará evacuarlas. 

El ejercicio promueve el peristaltismo; sin él, las heces no progresan a lo largo de los intestinos. Para personas que no hagan deporte, caminar un mínimo de 1 hora al día se considera un ejercicio mínimo aceptable.

Una persona sana, que no tenga ninguna causa de las explicadas en el apartado 3 y siga los 4 preceptos explicados en el apartado 5, no debería presentar estreñimiento.

6. ¿Cómo podemos tratar el estreñimiento?

El tratamiento consiste en corregir alguna posible situación que cause el estreñimiento (explicadas anteriormente). Como tratamiento farmacológico, tenemos diversas opciones:

1. Laxantes:

A. Vía oral:

  • Formadores de masa: compuestos de fibra, generalmente plantago o metilcelulosa. El alga fucus posee mucílagos, que retienen mucha agua. Se deben ingerir con abundante agua. El fucus contiene iodo; por tanto, está contraindicado en personas con problemas de tiroides.

  • Osmóticos: macrogol (polietilenglicol) y azúcares no absorbibles, como la lactulosa (que también es un prebiótico). Provocan la salida de agua al colon, y así aumentan el tamaño y la hidratación de las heces.

  • Estimulantes o irritantes: son los más efectivos, pero también los más agresivos para el intestino. Entre las plantas medicinales, tenemos la cáscara sagrada (Rhamnus purshianus) y el sen (Cassia). Otro laxante sería el bisacodilo (un compuesto orgánico). Conviene destinarlos a un estreñimiento ocasional y utilizarlos durante períodos cortos de tiempo. Acaban por dañar el intestino y cronifican el estreñimiento.

  • Lubricantes: son aceites no absorbibles, como la parafina, que suavizan las heces para facilitar su evacuación. Favorecen el avance de las heces y las recubren, evitando que el intestino absorba agua; de esta manera no se endurecen. 

  • Laxantes salinos: el más utilizado es el hidróxido de magnesio, que también tiene acción antiácida. Presenta interacciones con muchos medicamentos, por lo que es importante saber qué tratamiento farmacológico toma el paciente estreñido, antes de su dispensación en la oficina de Farmacia.

B. Vía rectal:

  • Preparados de glicerina (supositorios o monodosis de solución rectal): poseen una acción laxante porque son irritantes de la mucosa rectal; además, también tienen una acción osmótica (ver laxantes osmóticos) y lubricante.

  • Enemas y  microenemas: son soluciones salinas que se introducen en el recto, a través de una cánula. Provocan un fuerte deseo de defecar, aproximadamente a los 5 minutos de su aplicación. Se utilizan cuando el paciente lleva varios días sin defecar y se requiere una solución de urgencia.

Aunque los laxantes puedan parecer medicamentos “inocuos”, hay que tener presente que pueden ser incompatibles con algunos medicamentos; por tanto, nunca conviene automedicarse. 

2. Prebióticos i probióticos:

Los prebióticos son ingredientes de algunos alimentos, no digeribles por los humanos, principalmente azúcares, que constituyen el alimento de las bacterias beneficiosas (probióticos) que habitan en el intestino humano. En los pacientes con estreñimiento, la suplementación con prebióticos y/o probióticos, consigue mejorar los síntomas. Entre los prebióticos, el que ha dado mejores resultados en experimentación es la inulina (un polímero de la fructosa). Como probióticos, los que han dado mejores resultados son cepas concretas de las siguientes especies: Bifidobacterium lactis, Bifidobacterium breve, Bifidobacterium longum, Lactobacillus casei, Lactobacillus rhamnosus y Lactobacillus reuteri.

Los probióticos producen ácidos grasos de cadena corta y ácido láctico, que estimulan el peristaltismo. Por lo tanto, la formación de las heces es más rápida y contiene más agua. Al mismo tiempo, los probióticos también incrementan el metabolismo de las sales biliares y esto estimula el peristaltismo. A medida que los probióticos son arrastrados a lo largo del intestino, forman parte de las heces y, como resultado, contribuyen a aumentar su cantidad.

Actualmente, se está investigando en este campo para saber qué especies y cepas mejoran la sintomatología del estreñimiento, para conseguir preparados comerciales más específicos, según la edad o situación fisiológica de los pacientes estreñidos (especialmente el embarazo). Asimismo, hay que investigar qué probióticos son los más adecuados cuando el estreñimiento es un efecto secundario causado por la administración de determinados medicamentos, cáncer, enfermedades intestinales (Crohn, intestino irritable), etc.

3. Homeopatía (vía oral):

Los medicamentos homeopáticos pueden actuar a nivel del “terreno”; es decir, de las tendencias patológicas de cada persona, teniendo en cuenta sus características personales. Hay que acudir a un  homeópata (preferentemente médico o farmacéutico) para que los prescriba. Algunos ejemplos son: Lycopodium, Nux vomica, Sulfur y Sepia.

También tenemos medicamentos etiológicos, que abordan el origen del estreñimiento. Si es por un viaje, daríamos Gelsemium o Platina; un susto, Aconitum u Opium; una situación vivida como injusta o humillante, Staphysagria; o de sobrecarga y estrés, Sepia o Nux vomica. Durante el embarazo o después del parto, estaría indicado Hydrastis canadensis. Si el estreñimiento es durante las reglas, Graphites.

Por último, tenemos los medicamentos sintomáticos. Algunos de ellos son:

  • Alumina: cuando el estreñimiento se produce en ausencia de impulso defecatorio. Las heces se expulsan con gran esfuerzo.
  • Bryonia: se requiere un importante esfuerzo para defecar, con heces duras y secas, a menudo en forma de bolitas.
  • Magnesia muriatica: también para heces en forma de bolitas, como si fueran heces de cabra.
  • Opium: un gran medicamento para bebés y ancianos, hay ausencia total de impulso defecatorio y las heces son negras, muy secas y duras.
  • Nux vomica: muy útil en pacientes que tienen ganas de defecar, pero que cuando van al baño, no lo consiguen. La Nux vomica se utiliza también para combatir la diarrea.

Los medicamentos homeopáticos no tienen incompatibilidades ni efectos secundarios, pero no conviene automedicarse. Un médico o farmacéutico homeópata será el encargado de hacer la prescripción, indicando qué cepa administrar y a qué dilución.

Lluís Balcells i Valls,

Doctor en Farmacia y especialista en terapias naturales

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